Una Novela criminal (fragmento)Giancarlo De Cataldo
Una Novela criminal (fragmento)

"No sería la primera vez. Ni la última. Por miedo o por dinero, siempre se encuentra a alguien dispuesto a traicionar a alguien en Roma. Sicilia era otra historia. Allí no se permitía la traición. Allí había respeto. Pero no importaba: cambiarían Roma. Solo tomó un poco de tiempo.
[...]
Mayo había azotado Roma con toda la violencia de su primavera embravecida. Pero era un mayo extraño. Triste. En una ciudad suspendida en una angustia insonorizada, como bajo una nevada de polietileno. En una ciudad que terminó bajo una de esas vitrinas donde los ancianos guardan la imagen de la Virgen. O de un Cristo con el corazón sangrante y el rostro de Aldo Moro. Scialoja soñaba con Aldo Moro. Millones de italianos soñaban con Aldo Moro. Sus colegas soñaban con Aldo Moro. Soñaban con sufrir el mismo destino que los cinco mártires de Via Fani.
[...]
A la tarde siguiente, encontraron a Moro en la Via Caetani. Algunos decían que lo habían abandonado a propósito entre Botteghe Oscure y la Piazza del Gesù. Todos debían comprender que este era el fin del histórico acuerdo entre católicos y comunistas. Scialoja se abrió paso entre la multitud, agitando su placa en medio de la consternación, la ira y el dolor. En la parte trasera del Renault rojo había un cuerpo demacrado. Esto es parricidio, pensó Scialoja. Dispararon al anciano padre, lo miraron a los ojos mientras moría. Esto es parricidio. La sangre del padre siempre cae sobre sus hijos. Ese rostro demacrado, huesudo, como el de un pájaro; esa barba gris y descuidada le habían recordado a su padre en el ataúd."



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