En el molino de la hortelana (fragmento)Stratis Myrivilis
En el molino de la hortelana (fragmento)

"Los moldes estaban formados por cuatro tablones enormes que constituían un rectángulo de cuatro dedos de profundidad. Primero revestían el molde con papel de hojalata para evitar que el producto se adhiriera en la tabla. El jabón se vertía dentro, y dentro se enfriaba y se cuajaba. Cuando adquiría la solidez necesaria, en primer lugar, se trazaban las incisiones. Sirviéndose de un cordón largo empapado en pintura roja, los dos obreros diestros marcaban la masa blanca con líneas horizontales y verticales hasta quedar señalada una cuadrícula de cuadrados parejos. A continuación, con un cuchillo adecuado, ancho, muy afilado lo cortaban de un extremo al otro sobre los trazos rojos. Finalmente, a cada pedazo de jabón con un golpe de maza incrustaban el sello del negocio. Finalizada de esta manera la faena, no quedaba más que, una vez ensacada la mercancía, cien trozos por saco, de tejido especial, precintadas las costuras con sellos de plomo, enviarlo al mercado. Una M mayúscula insertada en una corona de ramas de olivo señalaba la marca del producto, muy solicitado ya por una nutrida clientela gracias a la pureza y proporciones de sus ingredientes siempre iguales e inalterables.
El negocio navegaba viento en popa hasta el punto que no les dejaba mucho margen de tiempo para el trabajo del molino. En medio de todo este barullo de nunca acabar, Melissiní consagrada al cuidado de la casa expandía la alegría de su presencia con su incesante buen humor y la pletórica hermosura de su juventud. La canción nunca se ausentaba de sus labios y, a menudo, cuando los dos varones trabajaban en la planta baja, la oían arriba en su ir y venir arreglando las habitaciones del matrimonio y cantando a media voz y entonando rimas amorosas rematadas siempre con el mismo estribillo."



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