El cofre dorado (fragmento) "Los árboles casi se caen. Esquivo las ramas que se extienden hacia el techo y me quito las telarañas de la cara. Los abetos permanecen inmóviles, con sus cintas de ramas de abeto y pícea como adornos navideños. Desde las profundidades del bosque, brillan heridas blancas cubiertas de líquenes, los únicos árboles cuyas hojas captan la melodía del viento incluso en una tarde casi tranquila. Me detengo. El sendero rodea una colina baja donde crecen grandes pinos. [...] Intento transmitir a través de las cartas al bosque en el que me estoy convirtiendo. Vivo según sus costumbres, despertándome muy temprano, si es que duermo, y atravesando el día a toda velocidad como una criatura alada. [...] Es temprano por la mañana, pero el agua ya gotea de los aleros. La última nieve en los campos se disipa en una neblina. Durante el día, las alondras revolotean sobre el suelo fangoso, de la tierra al cielo; el agua se agita en las zanjas, se extiende por los campos y atrae a aves extrañas que nunca se ven aquí en otras épocas." epdlp.com |