La catadora (fragmento) "El Führer, por su parte, también luchaba contra los efectos de la digestión. Para Krümel se había convertido en una auténtica pesadilla: el régimen alimenticio que había establecido para Hitler era sanísimo y, sin embargo, el jefe vivía a base de Mutaflor. Se lo había recetado el doctor Morell, pero en los últimos tiempos ni siquiera este, su médico personal, sabía ya qué hacer. Eludía el problema prescribiéndole píldoras contra la flatulencia: el paciente se tomaba hasta dieciséis al día. Hitler había planeado un complejo sistema para que el enemigo no lo envenenara, y mientras tanto se intoxicaba él solo. [...] Nunca fuimos nazis, me diría. Yo me llevaría la mano a la mejilla, consternada, y lloriqueando le diría que no era cuestión de ser nazi o no, que la política no tiene nada que ver, que nunca me ha interesado, y, además, en 1933 solo tenía dieciséis años, yo no le voté. Eres responsable del régimen que toleras, me gritaría mi padre. La existencia de cualquiera está permitida por el ordenamiento del Estado en que vive, incluso la de un eremita. ¿Lo entiendes, o no? No estás libre de ninguna culpa política, Rosa." epdlp.com |