Le Désordre (fragmento) "Contra el estrecho panel de espejo incrustado en el armario, casi tocándolo con la frente, Emma observa la línea mal dibujada de sus cejas, el espacio que separa los ojos de la nariz larga y fina. ¡En su propia cara, qué desastre! La boca, la boca debería estar ahí. Se sonroja de repente, y tan intensamente que, ardiendo, se desabrocha la blusa. Su cuello se refleja, desnudo, en el espejo. Lo siente, curiosa, y luego, sin perderse de vista, lentamente, se desnuda por completo. Entonces, confundida, pero con una resolución seria y serena, se obliga a mirarlo por fin, por primera vez, para comprender plenamente la fatalidad de la forma que le dio su nacimiento. Emma Collinet. Allí está, como su padre y su madre la hicieron una vez, para siempre. Cuando decimos Emma Collinet, nos referimos a este cuerpo, este cuerpo oculto por la ropa, pero el mismo a cada minuto y por la noche cuando duerme, este pobre cuerpo desigual, donde la mirada encuentra alegría, solo por un instante, alrededor de los pechos rosados. Apagó la luz, tendida en su cama. Lloró en silencio, como si se lo prohibiera una dureza desconocida para ella hasta ese segundo. La estrechez de su cama la obligó a acercar el brazo izquierdo a su cuerpo, que rozaba el marco." epdlp.com |