Morte d'Urban (fragmento) "El noviciado era también la fuente de los leños de roble que habían terminado en la casa de Billy Cosgrove en North Shore, pero solo tras cierta disputa, pues pese a que en el noviciado había madera en abundancia, y no escaseaba el trabajo esclavo, la granja y la leña estaban en manos de unos picajosos. Habría resultado mucho más sencillo sacar un hatillo de libros de la biblioteca. Ah no, le dijeron al padre Urban, puede que no echemos en falta la leña, pero eso no significaba que los de fuera tuviesen derecho a ella, y que el único que podía dispensar dádivas a tan gran escala era el prior provincial, etcétera. El padre Urban se ofrecía a pagar la leña de su bolsillo, y podría haberlo hecho. Como clementino, no tenía ninguna posesión, y la sotana que llevaba en el noviciado carecía de bolsillos pues san Clemente de Blois, el santo fundador de la orden, había considerado que la raíz del mal no estaba tanto en el dinero como en los bolsillos, pero el padre Urban se hallaba la mayor parte del tiempo ausente del noviciado, y durante sus ausencias los bolsillos se le llenaban. Aun así, era fiel a su voto de pobreza al espíritu, sin embargo, más que a la letra. Para alguien de su posición, no podía ser de otra manera. Siempre, tras hacer cuentas en el noviciado, se daba algún superávit: no en los estipendios de las misas, los cuales debían entregarse y tramitarse, sino regalos personales de seglares agradecidos y de curas comprensivos, billetes de cinco, de diez y veinte dólares literalmente olvidados entre los efectos del padre Urban o que le tendían con discreción porque viajar en primera clase costaba mucho más de lo que uno podía esperar que le asignara cierto tesorero agarrado sin que se perdiera el respeto a sí mismo y a su trabajo." epdlp.com |