|
Den som henger i en tråd (fragmento) "Esa misma tarde, un predicador visitante dio un sermón. La reunión tuvo lugar en el salón interior de la misión. El pastor era sueco, y era ampliamente conocido, mucho antes de aquella época, así que la feligresía vino y se acomodó en los bancos. Fue una visita especial, ya que los meses de otoño e invierno estaban despertando y sería necesario esperar más allá de la primavera para que la gente pudiera salir a pasear en las tardes brillantes. Kari Hustad había a resultado gravemente herida; pero en verdad quería escuchar al predicador. Le pidió a su hija que la siguiera. Karen Anna permaneció en silencio durante un largo rato antes de responder. Había estado cosiendo hasta las siete, apenas había tenido tiempo para pensar en la cena o en el viaje de ida y vuelta que duraría toda la noche hasta la fábrica durante todo un mes. El predicador tomó asiento al pie del púlpito. Llevaba un abrigo largo con cuello alto; su cuello se alzaba desnudo e imponente. Su cabeza lucía grande, su cara ampulosa y el rictus de sus labios mientras mantenía la mirada fija en su expectante auditorio. Aparentemente abatido, mantenía sus blancas manos juntas mientras todas las miradas se posaban sobre él. A petición del carpintero Billing, quien dirigía la reunión, cantó los primeros versos del himno nº 592. Karen Anna no cantó, pero siguió la canción atentamente. Su madre sostenía el himnario de gran tamaño entre sus manos. La vieja voz sonó justo al lado del oído filial, entonando notas altas y escuchando trémula los primeros versos de la salmodia: Que aquello que pidamos sea recibido y hallado. Que cuando Le llamemos, su puerta se abra. Ella flexionó los labios en una especie de sonrisa. Y entonces el orador se acercó a la silla, y ella le devolvió la mirada fijamente. Pensó que resultaría extraño saber si todos conseguirían lo que habían pedido. ¡Suecia! Los ojos del ponente refulgían, al principio hablaba en voz baja, pero era fácil discernir la belleza de su voz interior. La tensión expectante se extendía por toda la sala. Hablaba una mezcla de sueco y noruego. Muchos se inclinaron hacia delante como para comprender mejor las palabras. Pero los pasajes bíblicos ya familiares les ayudaron a muchos a entenderle y además la gran mayoría de los que estaban sentados habían comprado el texto en su versión noruega." epdlp.com |