El camino hacia la felicidad (fragmento) "Trude, asustada, se había adentrado corriendo en el bosque, sin aliento, sin rumbo fijo. Al cabo de un rato, se detuvo, jadeando. Y escuchó. Creyó oír pasos y sintió la tentación repetida de continuar su huida. Pero se dio cuenta una y otra vez de que solo su corazón palpitante la estaba llevando por mal camino. Ahora estaba de pie, apoyada en un tronco de roble de probablemente trescientos años, y se devanaba los sesos buscando a la persona que pudiera ser la persona que le resultaba tan familiar a su abuela y a ella misma, pero a quien nunca había visto antes. Cuando comprendió que nunca podría descubrirlo sola, su preocupación tomó un rumbo diferente. ¿Se quedó el hombre en la cabaña? ¿Cuánto tiempo? ¿Quizás incluso en la noche? Había justo espacio para él en el suelo. Sería terrible si tuviera que dormir con él en la cabaña. ¡Para nada! ¡Era un hombre feo! Le horrorizaba, y cuando se lo imaginaba queriendo abrazarla, se le ponía la piel de gallina. Por supuesto, nunca antes les había sucedido que hospedaran a un invitado en la cabaña del bosque durante la noche, lo cual les resultó un tanto reconfortante. Lo mejor que podía hacer era escabullirse bajo los árboles que había encima de la cabaña y esperar allí, toda la noche si era necesario, hasta que el hombre se fuera. Se dio la vuelta, no sin temblar y sentir nuevas palpitaciones cada vez que pisaba una ramita que crujía o las hojas secas crujían bajo ella, y no sin detenerse repetidamente a escuchar. Finalmente, el humo se dirigió hacia ella; ahora miraba hacia abajo, a la cabaña, al montón de escoria. El cielo estaba bastante brillante; la luna, que salía desde la dirección donde se encontraba el pueblo, debía de haber salido ya, impidiendo la oscuridad total." epdlp.com |