Pachacuti (fragmento) Jean-Christophe Bailly
Pachacuti (fragmento)

"Con la esfera de lo derruido y del vestigio mantiene la fotografía un histórico mano a mano. Sin mucho más asidero que el instante, la fotografía sin embargo sólo contempla permanencias, y en su seno, parte de un espectro casi infinito, acuden las ruinas al envite como una suerte de reto. El caso es que tal reto se ha aceptado mayormente en blanco y negro, en la acometida blanca y negra de la luz – ahí donde, entre relación topográfica e intención artística, dormita algún que otro incunable – y en el contexto cultural de procedencia occidental, o sea en el mundo de la Antigüedad grecorromana, egipcia y medio-oriental. Las imágenes que Faustine Ferhmin ha captado en la parte septentrional del Perú rompen con dicha tradición en dos aspectos, por ser fotos en color y, obviamente, porque atañen a culturas precolombinas desaparecidas, ajenas por completo al orbe occidental (cosa que éste, como es sabido, le hizo saber al imperio inca, su heredero, de no cabe peor guisa).De seguro estas imágenes de ruinas o de formaciones rocosas no son el primer testimonio, en color, de un allende temporal y espacial inabarcable y fascinante para Occidente – hasta pudiera decirse que las fotografías en color de determinados sitios (valga mentar aquí el de Machu Picchu, en el orbe andino, y el de Angkor, en el orbe asiático) se han convertido, así como ciertos edificios sin derruir o ciertos paisajes, en iconos de la era turística. Pero con ello también rompe radicalmente Faustine Ferhmin. Pues si algo en lo que muestra invita al viaje, no es a modo de reclamo estridente. Más bien nos alcanza como una profundidad entrañable y extinta, eco de aquello que nos invita una vez allí, ante las cosas, ante ese aspecto neutro e indiferente de las cosas que recorta su impulso hacia lo sublime y les da morada en la existencia y la apropiación. Las imágenes nos muestran pues unas ruinas, especialmente las de la Huaca del Sol – tan famosas – en la provincia de La Libertad, y unas formaciones rocosas con aspecto de inmensas piedras erguidas, en especial las de la Cumbe Mayo, en la provincia de Cajamarca, a unos 3.500 metros de altura. Son por lo tanto dos modalidades distintas del vestigio las que vienen confrontadas: sometidas por igual a la labor del tiempo y a la erosión, las piedras aparejadas por los hombres (se trata a menudo, en puridad, de ladrillos de abobe) y las rocas erguidas mediante el lento trabajo de las fuerzas tectónicas no tienen ni la misma resistencia ni la misma resonancia, y el entronque de las ruinas con la historia, con la arqueología, se diferencia – en principio – del hermanamiento con lo estrictamente geológico de los cúmulos o muros de rocas."


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