El libro decisivo (fragmento) "Desde la primera vez que leí Fulk el Trovador , aún recuerdo vívidamente, por mucho tiempo que haya pasado, la conmoción y la sensación que describí: «Este es un libro de verdad ». Y también supe que era el cuarto jinete, por muy apocalíptico que suene ahora. ¿Por qué lo consideré un libro de verdad? En primer lugar, creo, por el lenguaje. Las obviedades que sin duda has notado me parecieron brillantes, porque eran muy «literarias». Ni siquiera se me habría ocurrido esa última palabra. Pero esas obviedades, en realidad, lo hicieron muy real para mí: lo hicieron «escritura». Después, y ahora, solo objeté la palabra «pequeño sol», que me parece demasiado débil: «sol» lo habría expresado mejor. Pero estarás de acuerdo conmigo en que este texto usa las mejores obviedades imaginables. Como ejemplos, mencionaré: «La espuma corría por los costados de los nobles animales», no los «caballos». «Los jinetes estaban cubiertos de polvo»; O: «El sol se mueve como una bola brillante por el cielo», y así debe ser. Durante años, entendí completamente mal lo que significaba la «canícula»; no tenía ni idea de cuándo caían. En mi ingenuidad, no había relacionado «agosto» con la «canícula», porque creía que ocurría con regularidad. Para mí, la lengua antigua en la que se escribió esto era precisamente la del siglo XIII. Y ese fue quizás su mayor atractivo. Es un atractivo que aún reconozco de muchas maneras y, casi diría, un principio rector en la lectura: el atractivo de lo lejano, quizás en términos de lugar, pero preferiblemente, en términos de tiempo. En retrospectiva, es un excelente comienzo, ya que evoca mucha tensión, incluso una sensación de amenaza, en parte determinada por la naturaleza. La presencia de esta última —la imagen de amenaza evocada por los fenómenos naturales— me impactó profundamente en aquel momento. Todavía no me he librado del todo de esa sensación. El atractivo que este tipo de prosa ejerce sobre mí, y que experimento con frecuencia en obras que podrían pensar que no tienen nada que ver con ella, nunca ha desaparecido del todo; como he observado a veces, esto también ocurre con quienes han leído libros similares. Me acordé de esto cuando el pequeño libro de Hella Haasse, " Het licht der schitterige dagen" (La luz de los días brillantes), apareció en el año 1981, a modo de semblanza biográfica sobre P.C. Hooft. Al leer el comienzo, me transporté a una época que ya había quedado muy atrás." epdlp.com |