Misterio en blanco (fragmento)J. Jefferson Farjeon
Misterio en blanco (fragmento)

"En el grupo se hizo de pronto un breve silencio. La única que le dio importancia fue la corista. Una desazón nerviosa se adueñó de su alma, y más tarde declaró que estaba segura de haber sido la primera en adentrarse inconscientemente en la sombra de los acontecimientos venideros. «Porque, santo cielo, estaba con el alma en vilo –dijo–, y en realidad sin motivo. Me refiero a que todavía no había ocurrido nada y hasta ese momento el anciano no había abierto la boca. Creo que ni siquiera había abierto los ojos, así que bien podía estar muerto. Y además, ¡no olviden que estaba sentado justo delante de mí! Y dicen que soy vidente».
Sin embargo, sus vagas premoniciones no se centraban solo en el anciano del rincón. También se había percatado de las fugaces miradas de soslayo que le lanzaba el viejo pelmazo, que, como muy bien sabía, no era tan viejo como para no pensar en ella de un modo muy particular. También reparó en los ojos del oficinista sobre su pierna y en cómo evitaba de forma estudiada cualquier muestra de esa clase de interés por parte del otro joven.
Pero si bien era cierto que Jessie Noyes era consciente de la atracción física que provocaba, defendía que esa era su obligación. Estaba perfectamente al corriente de su poder y de las
limitaciones de este y, mientras que el poder, a pesar de los pequeños arrebatos de excitación, le infundía un temor secreto, los límites de ese poder eran para ella una fuente de aflicción también secreta. ¡Qué fantástico sería tener poder para conquistar a un hombre completa y eternamente, en vez de ser solo un efímero capricho! En cualquier caso, el asunto no le preocupaba. Se sentía inquieta, nerviosa y acalorada. Así era la vida."



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