Nuevo elogio del imbécil (fragmento)Pino Aprile
Nuevo elogio del imbécil (fragmento)

"Me lo topé en la puerta. Volvía del laboratorio y no tuvo el valor de echarme. Al leer sus libros me había formado la idea de que era un hombre maravilloso. Ahora no me cabía la menor duda. Era un caballero, un anciano de alma noble, aspecto elegante y cuerpo robusto, en el que todavía se adivinaba cierto vigor juvenil, con barba y pelo blancos de filósofo griego, amable y risueño, de ojos vivaces que se interesaban por todo. El niño que llevaba dentro aún seguía jugando.
Pese a la insolencia con la que lo abordé, pese a que no hice caso de su negativa, me invitó amablemente a entrar, tras dar una fugaz muestra de desconcierto. Me pareció incluso que se alegraba de que lo visitara un desconocido que quería hacerle muchas preguntas. Esto lo atribuí a su exquisita educación. Luego me di cuenta de que había algo más. No le importaba que yo fuera periodista: le gustaba hablar de sus ideas, ver qué efecto causaban en su interlocutor (cosa increíble, si tenemos en cuenta la aprobación y admiración de las que gozaba en todo el mundo). Escuchó cada una de mis palabras como si fueran observaciones de un colega. Con todo, no lograba sacudirme el temor reverencial que me inspiraba: aquella no era una entrevista más. Lo sentía en mis carnes, porque, aunque no era la primera vez que me hallaba ante un gran personaje, nunca había experimentado con tanta urgencia la conciencia de estar ante una persona mucho más preparada y sagaz."



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