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El día que Nils Vik murió (fragmento) "A las cinco y cuarto de la mañana, Nils Vik abrió los ojos y el último día de su vida comenzó. Se quedó acostado en algún lugar entre el sueño y la vigilia, confiado en que volvería a quedarse dormido, como de costumbre. Pero el día ya había llegado. Se dio la vuelta y reparó en la habitación, el radiodespertador, el frío que entraba por la ventana abierta. Al parecer, hoy no había manchas de sangre en la almohada. ¿Qué había soñado? Una mano acariciándole el cabello, dedos recorriéndole la mejilla, una voz que lo alcanzaba desde la oscuridad. Te espero abajo, cariño. Apoyó los pies en el frío suelo, fue al baño, se bajó los pantalones del pijama y descargó el peso del pis de la noche, que fluyó hacia la taza del váter en un largo suspiro. Se puso manos a la obra. Todavía era capaz de llevar a cabo su ritual matutino con movimientos eficaces: levantarse, buscar la ropa, hacer el café, preparar el desayuno, bajar al barco fueran cuales fuesen las condiciones meteorológicas. Los mismos movimientos practicados durante una larga vida. En la ducha contempló cómo el agua corría sobre su blanca piel. Después, en el lavabo, deslizó la hoja de afeitar por la mejilla y la mandíbula, el cuello y la nuez de Adán. La mano derecha le temblaba ligeramente, debía tener cuidado. No quería cruzar el fiordo con una tirita en el labio superior o un papelito ensangrentado en la barbilla. ¿Qué más? ¿Dientes? ¿Manos? ¿Fijador? Pensó en prescindir de la loción para después del afeitado, pero ese día no podía ser diferente al de ayer, o al día anterior, o a todos los precedentes. Se miró al espejo. Un hombre de estatura media, robusto y fuerte, con un cabello que había sido oscuro y ahora estaba cubierto de canas. Rostro de gesto adusto, frente alta, ojos rasgados, cejas que debería recortar... La fuerza de la gravedad había hecho su papel, y él solía decir que solo sus pies se seguían pareciendo de verdad a sí mismos. Mantuvo la vista fija. El hombre en el espejo le devolvió la mirada, dejó caer los brazos, intentó sonreír. Era un hombre al que le gustaba saberlo todo sobre lo que ocurría a su alrededor. Las condiciones meteorológicas. El viento. La hora. Ahora contemplaba a un hombre que ya no sabía adónde se encaminaba." epdlp.com |