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El archivo de Rita (fragmento) "La escuela fue realmente su segundo hogar. Allí empezó el genuino aprendizaje para la vida. Porque si las torpezas y aciertos de sus padres modelaron su personalidad, las aulas le fueron dando los métodos para cultivarla. Lo primero que le dieron fue un nombre. Porque ella no se llamaba Rita. Su nombre verdadero era Margarita. Empezó a llamarse Rita el primer día del primer grado de la escuela, en el momento en que la maestra pasó lista a los presentes. Cuando le llegó el turno a Rita ya se habían presentado la mayoría de las nenas y hasta el momento había una Rosa, una Azucena, una Jazmín, una Violeta y el grado se había ido cargando de la risa contenida de los varones; los ojos burlones de los chicos brillaban despreciativos y Rita comprendió en un segundo que no estaba dispuesta a agregar una flor más al jardín; se paró y dijo: "Rita Rivera". La maestra levantó los ojos de la lista y la miró por sobre sus anteojos. La señorita Raquel tenía unos espléndidos ojos negros enmarcados por pestañas negras de rimel; y mientras la miraba fijo los ojos le fulguraban curiosos. La maestra desplegó una mirada panorámica sobre los rostros burlones de los varones y las caras coloradas de las otras flores. "Se callan", dijo. Y agregó: "Y usted, Rita, se sienta". Esa fue su primera complicidad con un adulto; una connivencia edificada en la mentira. Se sentó y miró el pupitre para disimular la emoción. Adoró a la señorita Raquel, de una vez y para siempre. Y mientras raspaba con la uña una letra grabada en el banco para disimular el zapateo de su corazón, tuvo la intensa sospecha de que la verdad está más cerca de la belleza que de la virtud, más cerca de la gracia que del esfuerzo. No hubiera podido a los seis años ponerle palabras a esa intuición, pero lo que sintió edificó un enclave en su alma; un lugar al que trece años después volvería para construir el futuro alrededor. La señorita Raquel abrió ante ella un panorama impensable. Primero, cuestionó la idea de pecado. Es decir: había otra manera de ver la mentira. Rita comprendió que al pensamiento alternativo de la señorita Raquel sólo podía acceder a través del conocimiento, es decir, siendo maestra. Esa fue la causa inicial de su amor por el saber. Una causa egoísta, porque lo que inspiraba a Rita a estudiar era hallar el modo de justificar el pecado y salvarse de las llamas eternas." epdlp.com |