Daniele Cortis (fragmento) "Ni siquiera la baronesa Elena, permanentemente sola, parecía conmoverse por el temporal. Abandonada en la espalda del canapé, tenía la cara un poco inclinada hacia el pecho y los brazos apretados a su etérea cintura, como si tuviese frío. Sus ojos infinitos, negros, guardaban las cumbres de los abetos jóvenes del jardín, agitados, sin recostarse; parecíamos, en delicada y resbaladiza inmovilidad, observándolos entre esas cumbres, en el cielo oscuro, cual espectro, cual palabra solemne de tristeza invisible. Inesperadamente, una furiosa y sesgada lluvia descargó contra los cristales, y en los muros, ocultó el cielo, la montaña y los abetos, produciendo un destello blanco en todas las puertas y las ventanas de la sala en sombras. " epdlp.com |