La locura del amor (fragmento)Manuel Tamayo y Baus
La locura del amor (fragmento)

"ALMIRANTE: Los mismos que antes contra ella conspiraban, rinden a su dolor tributo de piedad y respeto. Ángel de la guarda parece, fija a la cabecera del lecho de su esposo. Nadie más que ella ha de acercar a sus labios los benéficos jugos que los médicos le prescriben; ella, adivinando todos sus pensamientos, ha de ser quien únicamente le sirva; y por temor de que turben su reposo, el vuelo de un insecto la irrita, el más leve ruido del aire la desespera. Sólo abandona al Rey cuando conoce que no va a poder reprimirse, y entonces ya permanece con la vista clavada en el suelo, sin dar señales de vida; ya recorre velozmente una y otra cámara, como si cambiando de sitio esperase encontrar consuelo; ya de pronto empieza a llamar a gritos en su ayuda a Dios, la Virgen y los santos. Si alguna vez logramos, a fuerza de súplicas, que admita el preciso alimento, al punto salpicado de lágrimas le rechaza. Y, sobre todo, nos inquieta y maravilla el que ni un solo instante, en tres días consecutivos, se le haya visto cerrar los ojos. ¡Ay, don Alvar, no hubo jamás en pecho humano aflicción más grande que la suya! "


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