Escuela de Mandarines (fragmento)Miguel Espinosa
Escuela de Mandarines (fragmento)

"Nací en lugar tan apartado y alejado de toda Sociedad que sus habitantes, menos de cien, desconocían la palabra alcalde; nada afirmo de policía, procesamiento, cárcel, Poder y Gobernación. Al alcanzar la mocedad, recién abandonado el sueño plácido de la adolescencia, mi ser era pura Naturaleza. Por entonces, poco sabía de metáforas y literaturas, mas al observar cómo el Sol desaparecía tras las rojas laderas de las montañas, clausurando la jornada, y cómo surgía de nuevo, ante la salutación de las aves, mi corazón, alegrado, susurraba:
-El Mundo es bello y bueno, posee misterio y anuncia acaecimientos.
En esta fórmula puede resumirse mi tranquilo y ensimismado talante de aquel tiempo. La edad de todas las momias, sumada por centenares de calculistas, resultaría joven frente a los años transcurridos desde entonces. Sin embargo, cuando recuerdo aquella disposición, siento advenir a mis huesos el vivificante calor del entusiasmo sin causal. Dicen que los dioses y los animales sólo tienen Historia Natural, pues, alejados de toda competencia y cambio, viven absortos en la Concordia y Continuidad de la Creación, sin salir de sí ni padecer alienaciones. En esta Historia hubiera pasado mi existencia de no suceder algo extraordinario. Y fue que, un día, estando en un campo de cebada, vi un niño de unos siete años, que parecía tiritar sin dejar de mirarme. Aunque no mal parecido, era criatura canija y endeble, como si hubiera sufrido una ley de diferenciación desde el vientre de la madre. Sobre el campo de cebada, su presencia resultaba, a la vez, triste y hermosa, vulgar e importante. "



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