La Ciudadela (fragmento)A. J. Cronin
La Ciudadela (fragmento)

"Partieron al través de la población que, pese al propósito de Andrés de darse cuenta de su trazado, debido a la fuerte lluvia sólo dejaba ver un confuso agrupamiento de casas alineadas bajo las altas y siempre presentes montañas. Durante varios minutos el viejo cochero no pronunció una palabra, sino que siguió dirigiendo miradas pesimistas a Andrés, por debajo del ala de su sombrero que chorreaba. No se parecía en absoluto al gigante cochero de un médico afortunado, sino que, por el contrario, hallábase desaliñado y desaseado, y durante todo el tiempo despedía un peculiar y penetrante olor a establo. (...) Cuando partió el tren le quedaba todavía una hora a Andrés. Pero no abrigaba la menor duda sobre lo que deseaba hacer. instintivamente subió a un ómnibus y pronto estuvo en Kensal Green. Entró al cementerio, estuvo largo tiempo junto a la tumba de Cristina, pensando en muchas cosas. Era una tarde fresca y lu minosa, con esa aspereza en la brisa que a ella siempre le había gustado. En lo alto, sobre la cabeza de Andrés, en la rama de un árbol mustio, gorjeaba alegremente un gorrión. Cuando por fin se alejó apresuradamente, temeroso de llegar tarde, allá en el cielo, delante de él, resplandecía una hermosa nube en forma de muralla almenada. "


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