2001: una odisea espacial (fragmento)Arthur C. Clarke
2001: una odisea espacial (fragmento)

"No era el miedo a los abismos Galácticos lo que helaba su alma, sino una más profunda inquietud que brotaba desde el futuro aún por nacer. Pues él había dejado atrás las escalas del tiempo de su origen humano; ahora mientras contemplaba aquella banda de noche sin estrellas, conoció los primeros atisbos de la eternidad que ante él se abría.
Recordó luego que nunca estaría solo, y cesó lentamente su pánico. Se restauró en él la nítida percepción del Universo... aunque no, lo sabía, del todo por sus propios esfuerzos. Cuando necesitara guía en sus primeros y vacilantes pasos, allí estaría ella.
Confiado de nuevo, como un buceador de grandes profundidades que ha recuperado el dominio de sus nervios y su ánimo, lanzóse a través de los años-luz. Estalló la Galaxia del marco mental en que la había encerrado; estrellas y nebulosas se derramaron, pasando ante él en ilusión de infinita velocidad. Soles fantasmales explotaron y quedaron atrás, mientras él se deslizaba como una sombra a través de sus núcleos; la fría y oscura inmensidad del polvo cósmico que antes tanto temiera, parecía sólo el batir de ala de un cuervo a través de la cara del sol.
Las estrellas estaban diluyéndose, el resplandor de la Vía Láctea iba trocándose en pálido resplandor de la magnificencia que él conociera... y que, cuando estuviera dispuesto, volvería a conocer.
Volvía a estar, precisamente donde lo deseaba, en el espacio que los hombres llamaban real.
Ante él, como espléndido juguete que ningún Hijo de las Estrellas podría resistir, flotaba el planeta Tierra con todos sus pueblos.
El había vuelto a tiempo. Allá abajo, en aquel atestado globo, estarían fulgurando las señales de alarma a través de las pantallas de radar, los grandes telescopios de rastreo estarían escudriñando los cielos... y estaría finalizando la historia, tal como los hombres la conocían.
Se dio cuenta que mil kilómetros más abajo se había despertado un soñoliento cargamento de muerte, y estaba moviéndose perezosamente en su órbita. Las débiles energías que contenía no eran una amenaza para él; pero prefería un firmamento más despejado. Puso a contribución su voluntad, y los megatones que circulaban en órbita florecieron en una silenciosa detonación, que creó una breve y falsa alba en la mitad del globo dormido.
Luego esperó, poniendo en orden sus pensamientos y cavilando ante sus poderes aún no probados. Pues aunque era el amo del mundo, no estaba del todo seguro sobre lo que hacer a continuación.
Mas ya pensaría en algo. "



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