Las tres doncellas "En lo alto de un Castillo, tres, doncellas la vista vuelven hacia el hondo valle; su padre en un corcel se acerca a ellas; ciñe la cota su robusto talle. -¡Padre y señor, muy bien venido sseas! ¿Qué traes a tus hijas? Fuimos juiciosas Corno tu deseas. -Hoy, hija mía de la saya gualda, ausente, en ti pensé. Ya no cuan grato te es el poder lucir tu rica falda; tus gustos son las galas y el ornato: del cuello arrebaté, de un caballero, esta cadena de oro, y en pago de ella dile muerte fiero-. Tomó la joya la doliente niña, y el blanco cuello se ciño con ella. Fuese al lugar donde ocurrió la riña, y al muerto halló por la sangrienta huella. -Aquí insepulto estás Como un malvvado, y eres un caballero, y en vida te llamé mi dueño amado-. Entre sus brazo le llevó piadosa hasta la iglesia del lugar vecino, y le enterró en la tumba do reposa su noble estirpe, de funesto sino. Al cuello se estrechó con nudo fuerte los rojos eslabones, fiel a su dulce amor hasta en la muerte. De lo alto de un castillo, dos doncellas la vista vuelven hacia el hondo valle; su padre en un corcel se acerca a ellas; ciñe la cota su robusto talle. -¡Padre y señor, muy bien venido sseas! ¿ Que traes a tus hijas? Fuimos juiciosa9 como tú deseas. -Hoy, hija mía de la blanca saya, en ti pensé. La caza es tu alegría, y tu mayor placer, tener a raya la rauda fiera allá en la selva umbría Arrebaté de manos de un montero este venablo agudo, y de el en pago dile muerte fiero-. De manos de su padre la doncella tomó el venablo con su diestra fuerte; al monte se partió la niña bella, gritando por doquier. ¡dolor y muerte!, y de los tilos en la parda sombra, entre sus perros fieles, halló a su amante sobre roja alfombra. -Al verde dio acudo y a la cita, como te prometí, mi amado dueño-. Clavada en el venablo, cual marchita silvestre flor, cayó en eterno sueño. Juntos yacieron, y la brisa arroja sobre los dos amantes su blando aroma y la caída hoja De lo alto de un castillo, una doncella vuelve los ojos hacia el hondo valle; su padre en un corcel n acerca a ella; ciñe la cota su robusto talle. -¡Padre y señor, muy bien venido sseas! ¿Que traes a tu hija? juiciosa he sido como tu deseas.. -Hoy, hija mía de la blanca saya, en ti pensé. Tu gusto son las flores, y mas te agrada su corola gaya que de costosas joyas los fulgores. Quitéle a un atrevido jardinero esta flor candorosa, y en pago de ella dile muerte fiero. -¿Cual fue su desacato, padre mío, que te movió severo a darle muerte? Cuidar las flores en el huerto umbrío era su afán. ¡Cuan triste es ya su suerte! -Quise negarme con palabra osada la flor de más valía, que destinaba al pecho de su amada-. 'tomó la flor -la niña candorosa y ornó con ella su virgíneo seno; bajó al jardín do un tiempo tan dichosa pasado había tanto rato ameno. En el jardín se alzaba una colina, sembrada de azucenas; sentada en ella, el rostro al suelo inclina. -¡Dichosa yo, si, al par de mis heermanas, pudiera darme desastrosa muerte! Pero las hojas de la flor galanas herir no saben de tan fiera suerte- Con yerta faz, mirando la flor bella, vio cual se marchitaba, y cuando se agostó, murmuró con ella. " epdlp.com |