Guerras civiles de Granada (fragmento)Ginés Pérez de Hita
Guerras civiles de Granada (fragmento)

"Pasando por el territorio de Dalías, donde tenían los moros muchos sembrados y ya en sazón de segarse las cebadas tempranas, mandó el Duque que a todo se pegase fuego para que perdiesen la esperanza de su remedio y no pudiesen aprovecharse de aquellas mieses y panes, después de haberlas guardado con gran diligencia durante su crecimiento y maduración. Llegó el Duque a Castil de Ferro y le combatió reciamente, aunque había dentro buena guarnición con algunos turcos y otros capitanes.
A esta sazón llegaron allí las galeras con el comendador mayor, y viendo lo que pasaba, se holgaron de llegar a tan buen tiempo para poder obrar por mar y el Duque por tierra la pronta rendición de la fortaleza; e hicieron tanto, que los turcos perdieron la esperanza que tenían de recebir por allí el socorro que aguardaban de Argel.
Con efecto, al mismo tiempo llega éste a tomar tierra en España por Castil de Ferro, guiándole el turco Carbagi, como estaba concertado; acercándose y oyendo la recia batería que daban los cristianos a la fortaleza por tierra, al paso que las galeras hacían lo mismo por el mar, el capitán sobrecogido de temor, mandó luego mudar de rumbo a los navíos en que venía el socorro, y que eran catorce galeotas grandes cargadas de bastimentos, armas y muy lucida gente turquesca; y con gran dolor en su corazón, por haber llegado tan tarde, fue buscando otro lugar más cómodo donde pudiera tomar tierra su gente. El Duque, habiendo ganado aquella fortaleza, puso en ella buena guardia, y se fue a buscar a Avenabó para darle la batalla. Las galeras se dirigieron a Málaga y al Puerto de Santa María para aguardar allí las órdenes posteriores que se les diesen.
Avenabó no tardó en saber que Castil de Ferro quedaba en poder de los cristianos, de lo cual le pesó mucho, y especialmente de que allí no hubiese podido tomar tierra el socorro de Argel. Muy acongojado desta desgracia no sabía qué hacerse, pues el Duque le seguía a todas partes y el de Austria iba destruyendo las riberas del río Almanzora, para venir a juntarse con el ejército de aquél, y causar su perdición. Veía que en los lugares que tomaban iban dejando mucha gente de guarnición, que quemaban los panes y talaban las tierras, poniéndole cada día en mayor estrechez; y así iba apartándose del Duque sin osar presentarle la batalla, teniendo todavía puesta su esperanza en los socorros de Argel. Mas bien entendía Avenabó que aquella guerra había de parar en daño de los moros, y disimulaba todo lo posible el desventurado con intento de pasarse a África, lo cual, si los suyos lo supieran, le habrían hecho pedazos. "



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