Los 8 pecados mortales de la humanidad civilizada (fragmento)Konrad Lorenz
Los 8 pecados mortales de la humanidad civilizada (fragmento)

"El creer que “la naturaleza” es inagotable constituye un error ampliamente difundido. Cada especie de animal, planta u hongo – ya que las tres clases de seres vivientes pertenecen al mismo gran sistema – está adaptado a su medioambiente y a este medioambiente no pertenecen, obviamente, tan sólo los componentes inorgánicos de una zona geográfica determinada sino, de la misma manera, también todos sus habitantes vivientes. Por lo tanto, todos los seres vivos de un espacio vital están adaptados los unos a los otros. Esto vale también para aquellos que se enfrentan de un modo aparentemente hostil, como por ejemplo la fiera y su presa, el animal predador y su alimento. Una observación más atenta deja en claro que estos seres, considerados como especie y no como individuos, no solamente no se perjudican sino que a veces hasta forman una comunidad de intereses. Es completamente obvio que la fiera tiene un ardiente interés en la supervivencia de la presa de la cual vive, sea esta presa vegetal o animal. Mientras más exclusivamente especializado esté para ciertas clases de alimento, necesariamente más grande será este interés. La fiera, en estos casos, jamás podría exterminar a su presa. El último par de fieras ya habría muerto de hambre hace rato antes de haberse encontrado siquiera con el último par de la especie que constituye su presa. Cuando la densidad poblacional de la presa baja de determinados límites, la fiera sucumbe, tal como por suerte le ha sucedido a la mayor parte de las empresas balleneras. Cuando el Dingo – que originalmente era un perro doméstico – llegó a Australia y se hizo salvaje allí, no causó el exterminio de ninguno de los animales de los cuales vivía, aunque sí lo hizo con los dos grandes marsupiales predadores, el “lobo” marsupial Thylacinus y el “diablo” marsupial Sarcophilus. Estos marsupiales dotados de una mordida directamente tremenda hubieran sido, por mucho, superiores al Dingo en una pelea individual pero, al disponer de un cerebro más primitivo, necesitaban una población de presas de una densidad mucho mayor que el perro salvaje que los superaba en inteligencia. Los marsupiales no fueron muertos a dentelladas por el Dingo. Éste los exterminó con su competencia y los hizo morir de hambre. "


El Poder de la Palabra
epdlp.com