La Leyenda del árbol de NavidadDmitri Serguéievich Merezhkovski
La Leyenda del árbol de Navidad

"Ni bajo la bóveda dorada de un imponente palacio,
Ni para la felicidad y bienestar, ni para la corona real,
En el refugio olvidado de los pastores de Belén,
¡Naciste desnudo y pobre, oh! Rey de los incontables mundos
Con cuidado, como algo sagrado, Su Madre lo tomó en brazos
Admirando la belleza de Su frente impasible.
Toda la naturaleza se alegraba, majestuosa y clara.
Y a los píes de Cristo-Niño, llevaba sus dones.
Cerca de la cueva, crecían tres altos y orgullosos árboles.
Y guardaban la entrada con sus entrelazadas ramas
El verde Abeto, el Olivo y la Palmera de abundantes hojas,
Allí se encontraban formando una pared impenetrable.
y ellos y como toda la naturaleza, todos los seres terrestres,
Querían traer su don ¡para marcar el Santo festejo.
La Palmera dijo inclinando de orgullosa altura
Como una corona real, sus hojas, color esmeralda;

"Cuando, perseguido por la maldad de crueles enemigos,
Tu, Señor, vas a buscar un refugio
En la planicie de ilimitadas arenas
Como un fugitivo deambulando en el desierto
Te abriré una tienda verde, te extenderé un tapiz de flores
Ven a reposarte bajo el pacífico techo.
Donde hay una agradable y traslúcida sombra."
Cargado de frutos, con orgullosa alegría
Se incclinó el Olívo y dijo: "Señor, cuando Tu seas
Abandonado sin comida, por gente mala,
Te extenderé generosamente mis ramas
Y sacudiré, al suelo, mis dorados frutos."

Mientras tanto, en un pesado, temeroso y modesto silencio
El verde Abeto se sentía triste
Vanamente pensaba, buscaba y no podía encontrar
Nada para dar al niño Jesús.
Agujas, secas y punzantes, que repelen la mirada,
Le fueron otorgadas por el destino injusto.
El pobre Abeto se sintió muy apesadumbrado.
Como de un sauce, sobre el agua, sus ramas se inclinaron tristes.
Y de vergüenza y sufrimiento secretos
La resina transparente, como abundantes lagrimas,
Comenzó a gotear — mientras todo gozaba y sonreía alrededor.

"Estas lagrimas, una estrellíta, vió desde el cielo.
Con un suave susurro dijo algo a sus compañeras.
Y, de repente, cayeron — oh milagro!
Las estrellas como una lluvia de oro
Cubriendo a todo el Abeto oscuro
El palpitó, levantó orgulloso sus ramas
Apareciendo al mundo, por vez primera
Adornado de intensas luces.
Desde entonces, hasta ahora niños
Hay una costumbre entre los hombres,
De adornar al árbol de Navidad con estrellas de luz.
Cada ano, el brilla en el día del festejo
Y con sus luces nos anuncia la luminosa fiesta de Navidad! "



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