Íbamos al dolor sin desengaño "Íbamos al dolor sin desengaño: teníamos la prisa de las navajas. Pero aquella noche el vino vació sus hechuras, y se alzó en nuestro sueño destapando su gato, y comenzó a dolernos no ya la soledad, ni la fatiga, sino algo muy pequeño aquí o allá, y entonces se nos hizo medrosa la paciencia, nueva la leña, húmeda la sal. Y esa noche temimos nuestro silencio: eso fue lo segundo que perdimos. " epdlp.com |