El fuego (fragmento)Gabriele D'Annunzio
El fuego (fragmento)

"Un nuevo clamor, más fuerte y más largo, se elevó entre las dos tutelares columnas de granito, mientras la nave real se aproximaba a la Piazzeta populosa. La multitud negra y densa ondulaba, los huecos de los pórticos ducales se llenaban de un confuso rumor, semejante al zumbido ilusorio que anima las volutas de las conchas marinas. Después, de repente, ascendía de nuevo por el aire brillante el clamor, se quebraba arriba en la ligera foresta marmórea, superaba las frentes de altas estatuas, llegaba a los pináculos y a las cruces, se perdía en la lontananza crepuscular. Imperturbable, sobre la agitación inferior, en la nueva pausa, continuaba la armonía de las arquitecturas sacras y profanas, sobre la cual corrían, como una melodía ágil, las modulaciones jónicas de la Biblioteca, alzábase como un grito místico el vértice de la torre descubierta. Y aquella música silenciosa de las líneas inmóviles, era tan potente, que creaba el fantasma casi visible de una vida más bella y más rica, superponiéndolo al espectáculo de la muchedumbre inquieta. Sentía ésta la divinidad de la hora, y en su clamor hacia aquella forma nueva de realeza que abordaba antigua ribera, hacia aquella hermosa reina blonda, iluminada por una sonrisa inextinguible, exhalaba quizás la oscura aspiración a trascender la angustia de la vida vulgar, y a recoger los dones, por la eterna poesía esparcidos sobre las piedras y sobre las aguas. El alma ondulosa y fuerte de los padres, aclamando a los que volvían triunfantes del Mar, se despertaba confusamente en los hombres, oprimidos por el tedio y el trabajo de largos días mediocres, y recordaba el aura movida por los grandes estandartes de batalla al replegarse, como las alas de la victoria después del vuelo, o su grito de injuria implacable, a las flotas fugitivas. "


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