Jessica (fragmento)Bryce Courtenay
Jessica (fragmento)

"Fuera, en dirección sudoeste, a lo largo de las orillas del Murrumbidgee, las serpientes danzan al atardecer. La serpiente mulga, gwardar y la marrón del Este, una serpiente de muerte lenta y negra cabeza de serpiente pitón, aunque inofensiva. Ellas se balancean y giran bajo los bucles broncíneos del sol vespertino, al auspicio de las bocanadas de polvo gris que se condensan en un aire para hornear.
Éste es un país en el que los hombres duros gimen y muerden sus nudillos en el tiempo distante de la vigilia. Antiguas ataduras atan al hombre negro al horizonte de ese suelo sin fin. Al amanecer el día, la bruma del calor ya está presente. Cierto temblor oscuro pre-Cámbrico en las altiplanicies y matorrales concede la falsa ilusión de un atisbo de humedad. Los hombres miran a través de sus ojos entrecerrados, aquejados por una irritación constante de moscas negras que absorben la humedad de la piel arrugada y se alimentan de las manchas de sudor en las insípidas camisas de franela. Es un lugar donde el calor es tan grave que las aves se enervan y caen como piedras del aire, sin aliento. Las mujeres, de anchas caderas debido a los frecuentes embarazos, caminan con paso lento. Es como si sus sombras contuvieran el peso de su cansancio. Arrastran sacos oscuros tras ellas. Sus rostros permanecen ocultos , pero son sus manos quienes primero las traicionan: dedos romos, callos y uñas rotas, piel en carne viva y tumefacta por el uso constante de lejía en una húmeda tabla de lavar corrugada.
Éste es un lugar para romper tu corazón, donde la amargura y la pugna por la vida no halla un sentimiento de alivio. Trescientos días al año un cielo ominoso se burla de la esperanza de lluvia y cada amanecer es muy parecido al anterior en sus abyectas miserias. La monotonía y el estoicismo son compañeros constantes, la imaginación es rápidamente erradicada, como un mal hábito, de la mente de los infantes. Al anochecer, las serpientes bailan en las orillas del Murrumbidgee.
Jessica espera tranquilamente con una escopeta apoyada en su brazo, la intención de sus ojos verdes llena la escena. En el bolsillo de su delantal lleva tres cartuchos, descoloridos y rojos de haber sido reutilizados al menos media docena de veces con perdigones y una añadido de polvo negro apisonado con guata para ahorrar dinero. Joe le ha mostrado el modo y ahora ella pude hacerlo: la guata, la tapa, los perdigones, el engaste. Las envolturas de cartón usadas con sus coronas de cobre se llenan de manera que los perdigones se pulvericen en un arco de tres pies a una distancia de veinte pies. "



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