Disturbios (fragmento)James Gordon Farrell
Disturbios (fragmento)

"Otra cosa curiosa: encuentra uno esparcidos por allí gran número de pequeños esqueletos blancos. Los huesos son muy delicados y da la impresión de que deben de haber pertenecido a pequeños cuadrúpedos… («Pero no, no son conejos», dice mi abuelo con una sonrisa).
Había sido en tiempos un lugar de moda. Y durante un período hasta se consideró todo un honor que te aceptaran como huésped durante la temporada de verano. En la época en que Edward Spencer lo compró a su regreso de la India conservaba ya, sin embargo, poco o nada de su antigua gloria, a pesar de que retenía a algunos de sus fieles clientes de la variedad año tras año, damas solteras en su mayoría.
La única explicación de su persistencia como clientes (teniendo en cuenta que bajo la administración de Edward el hotel se deterioró rápida y decididamente) es que, cuando fue perdiendo su esplendor, las damas solteras fueron haciéndose también cada vez más pobres. De todos modos, podían seguir diciendo: «Oh, ¿el Majestic de Kilnalough? Llevo yendo allí todos los años desde 1880…» y el hombre que le vendió el hotel a Edward pudo afirmar que tenía, al menos, un puñado de fieles clientes que seguían acudiendo sin falta todos los años. Esos fieles clientes acabarían convirtiéndose en una pesada carga para Edward (y más tarde para el comandante), era peor que no tener ninguno, a causa de sus hábitos adquiridos desde hacía veinte años o más; las habitaciones en las que habían estado durante veinte años se hallaban dispersas por aquel inmenso edificio y, aunque todas sus alas y esquinas pudiesen estar muertas y pudriéndose, aún había una célula palpitante de vida de la que cuidarse en una planta u otra. Pero poco a poco, con el paso de los años y el descenso de la presión sanguínea, una a una se fueron muriendo. "



El Poder de la Palabra
epdlp.com