Noticias del hogar (fragmento)Seffi Atta
Noticias del hogar (fragmento)

"Transcurrieron cerca de cuatro o cinco meses, antes de que comenzara mi adiestramiento en contabilidad en el Price Waterhouse londinense. Yo tenía un trabajo temporal como recepcionista en la oficina central de una empresa que no voy a nombrar, porque no se me permitió trabajar legalmente allí. La visa de mi pasaporte nigeriano decía claramente: La permanencia permitida en el Reino Unido es de seis meses. Empleo prohibido. Por suerte, yo vivía en el piso de mis padres en Pimlico sin pagar alquiler alguno. Ellos pagaban todas las cuentas y también se ofrecieron a darme algo, como decía mi padre, hasta que me contrataran en Price Waterhouse y fuera capaz de solicitar un permiso de trabajo.
Yo rechacé su oferta. A los veintidós años, graduada en Economía y habiendo trabajado en la Bolsa de Valores de Nigeria, creía ingenuamente que conseguiría un trabajo remunerado sin mayor dilación y que no era justo que tuviera que humillarme presentándome ante la burocracia administrativa de los servicios de inmigración británicos. Pensaba comer tan a menudo como me fuera posible, comprar, ir al cine y a las discos y tal vez viajar por Europa. Eso fue en la década de 1990 y el algo de mi padre resultó ser una suma de £50 a la semana. Yo era parte de un grupo de graduados nigerianos que residía en Londres. Algunos de nosotros recibíamos apoyo financiero de nuestros padres, otros trabajaban ilegalmente y el resto recibían cheques del paro. Usábamos números falsos de la Seguridad Social. Nadie resultó atrapado.
La oficina donde trabajaba estaba en la calle Oxford. Desde Pimlico tenía que cambiar de línea en el metro. Durante la hora punta de la mañana no había demasiada gente, lo cual era fantástico. Tal vez se debiera a que era fines de primavera y principios del verano. De vez en cuando, el sol brillaba y yo cerraba los ojos imaginando que estaba en algún otro lugar de Europa, en un lugar más emocionante y hermoso, como Barcelona. Olvidaba el Támesis, el té tibio, las aceras salpicadas de saliva, chicles y excrementos de paloma, excepto cuando llovía -y llovía frecuentemente- y rezumaba un lodo de color marrón. "



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