Atlas descrito por el cielo (fragmento)Goran Petrovic
Atlas descrito por el cielo (fragmento)

"En el inusualmente despejado año de 1892, el acaudalado comerciante P.M. Tretiakov dona su colección de objetos artísticos a la ciudad de Moscú, donde más tarde se funda la galería que aún hoy lleva su nombre. Tras un siglo de existencia, la Galería Tretiakov adquiere el epíteto de una de las más famosas del mundo. Muchos turistas nacionales y extranjeros visitan diariamente una parte de las cuarenta mil piezas, pero donde todos se detienen más es en la sala más cuidada de la galería,en la cual, por expreso deseo del fundador, están expuestas las pinturas cubiertas con telas azul celeste. Lo absurdo para alguien imprudente es que la mayor atención la llaman las obras que, en realidad, no se pueden ver. Los velos de las pinturas no se quitan ni para los historiadores del arte, y ni siquiera los mismos curadores saben qué es lo que se esconde detrás. Sin embargo, ésta es una de las exposiciones de Tretiakov de la cual existe el mayor número de estudios: almanaques, ensayos iconográficos y reseñas. Las pinturas bajo los velos Azul Celeste no excitan únicamente la imaginación de los visitantes comunes, sino también la de los científicos y a menudo inspiran otras obras de arte. Por consiguiente, es una suerte que todas las polémicas hasta ahora (sobre si habría que develar las pinturas o no) hayan terminado en la postura de que la exposición tiene un valor incomparablemente superior mientras está bajo las fundas Azul Celeste. El que tal vez escribió mejor acerca de ese valor inmensurable fue el teórico francés de Bellas Artes, E. Fouché. En el prólogo del catálogo con motivo de la visita de la exposición de los Velos Azul Celeste a París, durante octubre-noviembre de 1930, éste destaca: "Esta claro que en los tiempos de su benefactor no pudo haberse tratado de conceptualismo; Kazemir Malevich aún no estaba creando en ese entonces, pero P.M. Tretiakov (al obligar a las futuras generaciones a no quitar los velos) expuso justamente de manera conceptualista: el Misterio tiene que existir; sin su bóveda, este mundo sería un páramo quemado en el cual no se daría el árbol más importante, el imprescindible árbol de la interrogación. "


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