Rosario Tijeras (fragmento)Jorge Franco Ramos
Rosario Tijeras (fragmento)

"Como a Rosario le pegaron un tiro a quemarropa mientras le daban un beso, confundió el dolor del amor con el de la muerte. Pero salió de dudas cuando despegó los labios y vio la pistola.
-Sentí un corrientazo por todo el cuerpo. Yo pensé que era el beso... -me dijo desfallecida camino al hospital.
-No hables más, Rosario -le dije, y ella apretándome la mano me pidió que no la dejara morir.
-No me quiero morir, no quiero.
Aunque yo la animaba con esperanzas, mi expresión no la engañaba. Aun moribunda se veía hermosa, fatalmente divina se desangraba cuando la entraron a cirugía. La velocidad de la camilla, el vaivén de la puerta y la orden estricta de una enfermera me separaron de ella.
(…)
No me canso de repetir su nombre mientras amanece, mientras espero a que llegue Emilio que seguramente no vendrá, mientras espero que alguien salga del quirófano y diga algo. Amanece más lento que nunca, veo apagarse una a una las luces del barrio alto de donde una vez bajó Rosario.
-Mira bien donde estoy apuntando.
Allá arriba sobre la hilera de luces amarillas, un poquito más arriba quedaba mi casa. Allá debe estar doña Rubi rezando por mí. Yo no vi nada, sólo su dedo estirado hacia la parte más alta de la montaña, adornado con un anillo que nunca imaginó tener, y su brazo mestizo y su olor a Rosario. Sus hombros descubiertos como casi siempre, sus camisetas diminutas y sus senos tan erguidos como el dedo que señalaba. Ahora se está muriendo después de tanto esquivar la muerte."



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