La venganza de David (fragmento)Hans Werner Kettenbach
La venganza de David (fragmento)

"La carta de Ninoshvili me ha hecho sentir curiosamente incómodo. Es ridículo, pero sentí algo parecido al presentimiento de un desastre a la simple vista del sobre gris sucio cuando regresé al hogar después de impartir cinco tediosas clases y me lo encontré sobre la mesa. Me quedé mirando el sello, con su imagen colorida del rey David enarbolando su espada contra los musulmanes. Me di cuenta de que el matasellos era de Tiflis, me quité una imaginaria mota de polvo de la manga de mi chaqueta, y empecé a sentir temor.
Ninoshvili escribe para decir que se siente muy feliz de contarme que, tras denodados esfuerzos, podrá viajar al fin a mi país. Ha sido comisionado oficialmente por el Ministerio de Cultura de la República de Georgia para visitar la República Federal de Alemania, donde él espera contactar con editoriales interesadas en traducir la literatura georgiana al alemán. Desafortunadamente, añade, Matassi no puede venir con él, pero espera poder renovar nuestra amistad de nuevo, siete años después de que nos encontráramos por vez primera.
La carta ha tardado alrededor de cuatro semanas en llegar aquí desde Tiflis, y desde que Ninoshvili dice que si todo va bien hará la presentación final en un mes, podría tocar a mi puerta en cualquier momento.
Me levanté inmediatamente del escritorio donde, en medio de un gemido ahogado, me había sentado, levanté el visillo de la cortina y miré fuera. La calle yacía abandonada al sol del mediodía. Ningún taxi a la vista.
¿Quizás el vendrá a pie desde una parada de autobús para ahorrar dinero, trayendo únicamente un pequeño maletín con él? Quizás ya ha pasado por delante de la casa, haciéndose una idea de la misma. Quizás esté ahora en camino, avanzando lentamente hasta atravesar el jardín, mirando a su alrededor con sus inescrutables ojos oscuros.
¡Todo esto es absurdo! No tengo ninguna razón para inquietarme por su visita. Será un inconveniente para mí, eso puedo verlo con claridad. La postdata de su carta en la cual espera que pueda ayudarle a encontrar un acomodo barato, es bastante clara. Probablemente piensa que sería natural para mí pedirle que permanezca en mi casa. Cada brindis bebido en Tiflis era señal de la hospitalidad del pueblo georgiano, y ahora, siete años después, he de sufrir las consecuencias de esa admirable cualidad. "



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