El arco iris del deseo (fragmento)Augusto Boal
El arco iris del deseo (fragmento)

"Del mismo modo que no podemos impedir que nuestro corazón lata y nuestros pulmones respiren, no podemos evitar que nuestro cerebro piense. Pensamos constantemente hasta en sueños.
También nuestros sentidos funcionan permanentemente: notamos lo que tocamos, percibimos los olores de lo que respiramos, nuestras orejas escuchan, nuestro paladar distingue los buenos y los males sabores y, hasta con los párpados cerrados, nuestros ojos siguen viendo a través de los ojos de la memoria. Estas sensaciones, presentes o memorizadas, continúan emocionándonos, con intensidades variables. Pensamos a la velocidad del rayo. Producimos cientos de pensamientos cada segundo, pero no tenemos la capacidad de traducirlos todos en palabras. Una palabra, para ser pronunciada, precisa tiempo, espacio y fuerza física, incluso mentalmente, con la boca cerrada. Una fracción de segundo es suficiente para que tengamos una idea genial- «¡tengo una idea!»-; y ahí está, entera, compleja. Pero si nos pidieran que expongamos esa idea que nos ha venido en una fracción de segundo, necesitaríamos minutos para explicarla. El pensamiento vuela a la velocidad de la luz, pero su articulación en palabras se mueve como una carreta tirada por bueyes. Pensamos en luz y hablamos en materia. En esa transmutación mucha luz queda desprovista de carne, muy poco de lo que pensamos halla su expresión verbal. Nuestros pensamientos no traspasan la frontera de las palabras, y ya sabemos que sólo es consciente lo que se traduce en conceptos- Este modo de «¡Para y piensa!» es sencillo: en cuanto la improvisación se pone en marcha, el director dice «¡Stop!» cada vez que sospecha que un gesto o una pausa, una frase o mirada hacen referencia a pensamientos y sentimientos revelados, ocultos por la rapidez del diálogo y las acciones. "



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