Una hoja de arceEduardo Jordá
Una hoja de arce

"La rozo con el pie, en esta acera
muy cerca del Boulevard des Pyrenées.
Si una estrella rojiza anunciara al fin el alba
tras una larga noche de tormenta,
no sería más bella que esta hoja.


A lo lejos, las hayas del color de la arcilla
ocupan las laderas fatigadas
de las altas montañas que aún no han visto la nieve.
De momento, el otoño es muy benigno.
Y el mundo se desplaza muy despacio,
igual que una gabarra de carbón
al remontar un río de aguas sucias.


Si cojo esta hoja de arce, siento el peso
de un tiempo que quizá fue siempre justo.
Crepita como el fuego entre mis manos.
Fue una estrella de mar que no vio el agua.
Fue un murmullo de pájaros y ríos.
Y ahora es una pobre cosa
pero aún más poderosa e invencible,
mientras perdure su color
que es de cobre y de hierro
como las fieras lanzas de la Ilíada
o como la corona de un rey bárbaro.


Si no me viera nadie
me inclinaría ante esta hoja de arce.
Tiene el color de un hombre
que se está despidiendo para siempre
de la única mujer a la que ha amado. "



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