La muerte de Amalia Sacerdote (fragmento)Andrea Camilleri
La muerte de Amalia Sacerdote (fragmento)

"Hacia las tres de la mañana Giuditta cogió el sueño, agotada. Michele permaneció con los ojos abiertos. Habían ido a comer a una taberna donde no les conocía nadie, luego dieron un largo paseo abrazados, volvieron a casa y siguieron haciendo el amor. Ahora se sentía con la cabeza vacía. Al contrario; no, no la tenía vacía porque había una frase que le rondaba por la cabeza desde el momento en que Giuditta se la había dicho a Agnese, su amiga del alma y cómplice. «Descuelga el teléfono y apaga el móvil, como de costumbre.» ¿Por qué «como de costumbre»? Él sólo había conseguido pasar cuatro noches con Giuditta desde el comienzo de su historia y nunca había sido necesaria la ayuda de Agnese (¡ni su maestría para contar embustes!). Cuando se había presentado la ocasión de ir a casa de su padre en las Madonie, nunca habían pasado allí toda la noche, y como máximo a las cinco de la mañana debía coger la carretera hacia Palermo.
Y entonces, ¿a qué «costumbre» se refería Giuditta? Era una «costumbre» que no le concernía. Una costumbre que descubría el hábito de Giuditta de pasar la noche fuera de casa apoyándose en Agnese, que le cubría las espaldas. Fue entonces cuando recordó lo que le había contado Cate, lo mismo que Giuditta había negado con tanta naturalidad. Probablemente era verdad la historia de que tenía otro amante. A quien quizá no viera con la misma frecuencia con que lo veía a él. No estaba en vela por celos, sino por asombro. No había tenido muchas mujeres. Tres o cuatro antes de Giulia, a la cual había sido fidelísimo, y ahora Giuditta.
¿Cómo podía una mujer entregársele con tanta pasión, pareciendo siempre hambrienta, y luego esa misma noche entregarse a su marido, y pasar la noche siguiente con un tercero? Ser posible, claro que era posible, pero de todos le asombraba. El hecho era que ella, al decir «como de costumbre», se había traicionado. Se le había escapado. "



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