Katrina (fragmento)Sally Salminen
Katrina (fragmento)

"Al atardecer de un día de primavera, Katrina conoció a un joven marinero que había saltado a tierra con otros camaradas. Por las noches, los marineros que llegaban de lejos iban a divertirse con la gente joven del país. Y en una de aquellas ocasiones encontró Katrina su destino.
Una noche clara y estrellada, ella y el joven marinero paseaban por el camino que cruzaba la llanura. Un diáfano velo de mágica luz se extendía por todo el prado, y un rey de codornices cantaba entre la hierba de los bordes del camino. Con el vacilante paso característico del hombre de mar, el joven marinero, que se llamaba Johan, caminaba al lado de Katrina. Bajo los desordenados mechones de cabello rubio que le caían por la frente, sus ojos brillaban con picardía y, con su aire desenfadado, hablaba y hablaba sin parar en un seductor dialecto forastero.
—¿No has salido nunca de aquí? –le decía–. ¡Oh! Tendrías que viajar y ver mundo. Deberías venirte a Åland.
Aquel es otro país. Allí no tenemos estas llanuras siempre
iguales de por aquí. ¿No te cansa este paisaje?
—... No –repuso Katrina vacilando.
—A mí me sería imposible quedarme toda la vida en el mismo lugar... Me gustan las aventuras, ¿sabes? Esto, y solo esto, es lo que a los muchachos de Åland nos lleva al mar.
¡No vayas a creer que no tengamos allí tierra buena! ¡Quia!
Allí hay granjas enormes, espléndidas. Yo mismo tengo en Åland una finca preciosa..., una casa magnífica, pintada toda de blanco, con dos pisos y un balcón. Allí no tenemos estas casuchas bajas y anticuadas que se ven aquí. Las nuestras parecen ya casas de ciudad. Y, ¡claro!, yo no necesito navegar, pero me atrae eso de andar de un sitio para otro:
¡qué voy a hacerle, soy así!
—Pero, entonces, ¿quién cultiva allí la tierra?
—Pues lo hacen los labriegos. Además, allí la tierra no necesita que se ocupen de ella. Todo crece como la hierba.
En Åland tenemos un clima muy distinto del de aquí. En invierno me figuro que tendréis un frío de todos los diablos y también mucha nieve.
—Algunas veces la nieve llega a sepultarnos; pero yo no encuentro que haga mucho frío.
—¿Que quedáis sepultados bajo la nieve? ¿Y no morís helados? ¡Ah! ¡Qué distinto es todo en Åland! Allí casi nunca nieva. Todo crece que es una bendición de Dios. "



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