Nudos (fragmento)Nuruddin Farah
Nudos (fragmento)

"Cambara recuerda que han pasado años desde la última vez que lo vio o mantuvo contacto directo con él. Arda se ha encargado de llevar y traer los mensajes entre ambos y ha convencido a su hija de que tenga paciencia y pase con él por lo menos los primeros días, desde que Cambara le comunicó su intención de ir a Mogadiscio. Engatusada por su madre, Cambara accedió a quedarse unos días con alguien «de su sangre», como ella dice, hasta ponerse en contacto con la amiga íntima de una amiga suya de Toronto. Por descontado Cambara sabe que no puede pedir que su madre recuerde el aliento pestilente de su sobrino, ni es justo suponer que esta razón baste para justificar que su hija no quiera compartir con él un mismo espacio, pero ¿cómo iba ella misma a olvidar lo espantoso que era, si le repugnaba hasta la náusea? Tampoco sabía que ahora fuera un fumador empedernido ni que mascara constantemente qaat, el narcótico suave al que muchos somalíes de la urbe son adictos.
–Desde luego hay un culpable, ¿no? –insiste Zaak.
–¿Quién?
Zaak la deja pasar y que sea ella quien decida el rumbo al salir por la puerta lateral; ella mide más de uno ochenta, mientras que él apenas alcanza el metro setenta. Apenas han abandonado el recinto y han caminado cien metros cuando ella afloja el paso, se cubre la cabeza de manera más apropiada con un pañuelo liso, como dicta la tradición islámica, y luego camina a diez o veinte metros por detrás de Zaak. Humillando la mirada –una vez más, como se espera que caminen las mujeres en Mogadiscio en estos tiempos–, Cambara hurga en uno de los bolsillos interiores de su caftán hecho a medida para asegurarse de que lleva consigo el cuchillo, el arma que prefiere en caso de tener que defenderse. A ojos de cualquiera salta a la vista que ha hecho acopio de valor y está preparada para enfrentarse a una de esas sorpresas desagradables a las que cualquiera se expone en una ciudad asolada por una guerra civil. Aun así Cambara no quita ojo a la distancia que va desde la ruinosa carretera asfaltada hasta Zaak y desempuña el mango del cuchillo. A continuación tensa los labios y se los humedece. "



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