La risa de la medusa (fragmento)Hélène Cixous
La risa de la medusa (fragmento)

"Por oposiciones duales, jerarquizadas. Superior/Inferior. Mitos, leyendas, libros. Sistemas filosóficos. En todo (donde) interviene una ordenación, una ley organiza lo pensable por oposiciones (duales, irreconciliables o reconstruibles, dialécticas). Y todas las parejas de oposiciones son parejas. ¿Significa eso algo? El hecho de que el logocentrismo someta al pensamiento -todos los conceptos, los códigos, los valores, a un sistema de dos términos, ¿está en relación con "la" pareja, hombre/mujer?
Naturaleza/Historia,
Naturaleza/Arte,
Naturaleza/Espíritu,
Pasión/Acción.
Teoría de la cultura, teoría de la sociedad, el conjunto de sistemas simbólicos -arte, religión, familia, lenguaje-, todo se elabora recurriendo a los mismos esquemas. Y el movimiento por el que cada oposición se constituye para dar sentido es el movimiento por el que la pareja se destruye. Campo de batalla general. Cada vez se libra una guerra. La muerte siempre trabaja.
Padre/hijos Relaciones de autoridad, de privilegio,
de fuerza.
Logos/escritura Relaciones: oposición, conflicto, relevo,
retorno.
Amo/esclavo Violencia. Represión.
Y nos damos cuenta de que la "victoria" siempre vuelve al mismo punto: Se jerarquiza. La jerarquización somete toda la organización conceptual al hombre. Privilegio masculino, que se distingue en la oposición que sostiene, entre la actividad y la pasividad. Tradicionalmente, se habla de la cuestión de la diferencia sexual acoplándola a la oposición: actividad/pasividad.
¡Eso es una mina! Si revisamos la historia de la filosofía -en tanto que el discurso filosófico ordena y reproduce todo el pensamiento- se advierte que está marcada por una constante absoluta, ordenadora de valores, que es precisamente la oposición actividad/pasividad.
Que en la filosofía, la mujer está siempre del lado de la pasividad. Cada vez que se plantea la cuestión; cuando se examinan las estructuras de parentesco; cuando un modelo familiar está en juego; de hecho, desde que se debate la cuestión ontológica; desde que nos preguntamos qué quiere decir la pregunta "¿qué es?"; desde que existe un querer-decir. Querer: deseo, autoridad, nos planteamos esa cuestión, y nos conduce directamente... al padre. Incluso es posible no darse cuenta de que no hay lugar en absoluto para la mujer en la operación. En el límite el mundo del "ser" puede funcionar excluyendo a la madre. No hay necesidad de madre -a condición de que exista lo maternal: y entonces es el padre quien hace de -es- la madre. O la mujer es pasiva; o no existe. Lo que ocurre es impensable, impensado. Es decir, evidentemente, que la mujer no está pensada, que no entra en las oposiciones, no forma pareja con el padre (que forma pareja con el hijo).
Existe ese sueño trágico, de Mallarmé, ese lamento del padre sobre el misterio de la paternidad, que arranca al poeta el duelo, el duelo de los duelos, la muerte del hijo querido; ese sueño del himen entre el padre y el hijo -Entonces, sin madre. Sueño del hombre ante la muerte. Que le amenaza siempre de un modo diferente a como amenaza a la mujer. "



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