La pasión según Carmela (fragmento)Marcos Aguinis
La pasión según Carmela (fragmento)

"Al cabo de unos meses trascendió que aquel arrugado anciano había estado en lo cierto, porque las siembras de café caturra resultaron estériles y en esa agotada tierra se erigieron en cambio improductivas cortinas rompevientos. —¿Puede que sea falible la vanguardia lúcida? —preguntó Carmela a Ignacio en voz baja.
—La vanguardia lúcida está compuesta por hombres, no por dioses. Tiene en su favor que sabe adónde quiere ir y como debe ir. Eso no significa que no aparezcan piedras en el camino. Ahí es donde hay que poner la creatividad y la investigación.
Faltar al trabajo voluntario era tan grave como una traición política. Por eso había que pagar cada ausencia con horas extras. Una mañana Carmela faltó por una infección intestinal que la tuvo en el baño durante horas. Deshidratada y enclenque, debió aplicarse a compensar ese tiempo. La reeducación incluía no dejarse vencer por las debilidades del cuerpo, a menudo imaginarias.
Los campos eran visitados por oficiales uniformados, con una pistola en la cintura. Su presencia exaltaba los ánimos porque eran el símbolo de la Revolución, del poder en manos del pueblo, una gloriosa novedad que por fin se había instalado en América Latina. Llegaban en autos, observaban, preguntaban, evaluaban. E impartían órdenes. Pero un día mandaban hacer una cosa y al día siguiente otra. La Revolución es la Revolución y tiene sus reglas específicas, a menudo misteriosas para los profanos, como son misteriosas las leyes de la física para quienes no saben física; claro como el agua, ¿no?, decía Ignacio. "



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