Siete años (fragmento)Peter Stamm
Siete años (fragmento)

"Había estado nevando desde la mañana, pero la nieve se fundía, apenas tocaba el suelo. «Tengo frío», dijo Sophie, y se deslizó dentro de la galería a través de la puerta que alguien acababa de abrir. Un hombre alto y calvo había salido a través de ella con un cigarrillo en la boca. Se detuvo desagradablemente muy cerca de mí, como si nos conociéramos, y encendió el cigarrillo. «Esos cuadros son totales», dijo. Y al ver que yo no le respondía, se dio la vuelta y se alejó unos pasos. De repente parecía inseguro y algo perdido.
Yo seguía observando a través del escaparate. Sophie había ido hasta donde estaba Sonja, cuyo rostro se iluminó al verla. El hombre atractivo, que seguía de pie a su lado, miró a la niña con expresión algo turbada, casi ofendida. Sonja se inclinó hacia Sophie, hablaron unos instantes y la niña señaló hacia fuera. Sonja puso una mano a modo de visera sobre los ojos y miró con el ceño fruncido y una sonrisa confusa hacia donde me encontraba. Estaba casi seguro de que no podía verme en la oscuridad. Le dijo algo a Sophie y la empujó un poquito con la mano en dirección a la puerta. Por unos instantes sentí el impulso de huir, de dejarme arrastrar por la gente que regresaba del trabajo y sólo aparecía por un momento bajo la luz que salía a borbotones desde la galería.
Los transeúntes echaban un breve vistazo a aquellas personas elegantes y bien vestidas y continuaban andando con prisa, sumergiéndose en la muchedumbre, camino de casa.
No había visto a Antje desde hacía casi veinte años, aunque la reconocí de inmediato. Tendría ahora unos sesenta años, pero el rostro mostraba todavía un aspecto juvenil.
«Vaya», dijo y me besó en la mejilla. Pero antes de que pudiera responder algo, un joven de barbita ridícula se plantó a su lado, le susurró algo al oído y se la llevó tomándola del brazo. Vi cómo la condujo hasta un hombre de traje negro cuyo rostro conocía de vista o de los periódicos. Sophie había retenido al hombre que se había acercado antes a Sonja, y flirteaba con él, lo cual lo hacía cohibirse visiblemente. Sonja escuchaba sonriente, pero una vez más tuve la sensación de que sus pensamientos estaban en otra parte. Fui donde ella y le pasé el brazo por la cintura. Disfruté la mirada envidiosa del hombre, que le preguntó a Sophie qué edad tenía. "



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