La Gartempe (fragmento)Jean Blanzat
La Gartempe (fragmento)

"Era un camino, rocoso, entre setos muertos, lleno de barro, por el que Mathilde, Henri y Ludovic se dirigían a Gartempe. De espaldas al pueblo, daba la impresión de estar perdido en el valle. El húmedo sonido de sus pasos y las pocas palabras que mediaban entre ellos apenas quebrantaba el silencio imperante. Sopesaban las diversas opciones.
Cada árbol, cada arbusto brillaba con el halo de una sutil presencia roja, púrpura o turquesa que iluminaba las errantes capas de niebla. Un sueño paciente velaba el campo. Poco a poco, los pensamientos de los caminantes se perdieron gradualmente, absorbidos por el sentido de su propia existencia. Velaban, atentos a los detalles más nimios. El pavoroso grito de los mirlos y los graznidos de los cuervos no lograban desdibujar el efecto de la verde hierba y, al fondo, del plomizo cielo, en desigual línea.
A mitad de la colina divisaron unos pequeños escalones entre unos setos y Gartempe se erigió ante ellos como un hilo de lana azul, extendido a los pies de los álamos por doquier, como caído del cielo. Entonces, como sus ojos y sus pensamientos tendían a ella, el río volvió a desaparecer. El rumor del movimiento de la tierra oculta se desvaneció en el silencio. Y de repente, a unas pocas decenas de metros, escucharon las invisibles aulagas del pastoreo y el murmullo del río. Era un sonido similar al susurro lejano de la multitud. Sus movimientos eran extraños y Gartempe de repente estaba allí. "



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