La marcha nupcial (fragmento)Bjornstjerne Bjornson
La marcha nupcial (fragmento)

"Es cierto que mientras acontecía la disputa entre el joven y sus parientes, Haugen se sentía realmente feliz. Cuando todo hubo terminado, dijo que él ya había dispuesto la marcha nupcial, una propia y adecuada para la familia de Tingvold- pero ay de la novia que no se sintiera dichosa el día de su boda con Ole Haugen. De nuevo quienes le escuchaban hablaban acerca de algún influjo maligno.
Así reza la historia.
Ese día la gente del distrito recibió un peculiar regalo musical, cuya impresión debió haber sido entonces incluso más honda. Algo así no se desarrolla sin dejar un poso de auténtico tesoro en los testigos del acontecimiento. Ole Haugen fue el hombre que lo hizo posible esta vez.
La tradición establece que la marcha nupcial de Ole Haugen era la más excelsa jamás escuchada, mientras la pareja de novios recorría el pasillo hacia el altar para aprestarse, tras la ceremonia, a dirigirse al hogar, aún con el eco de la melodía en sus oídos. Era sin duda la pareja más feliz jamás vista. Y aunque las gentes de Tingvold siempre han gozado de atractivo, nunca, antes o después, pudo admirarse de nuevo tal dispendio de belleza.
La leyenda finaliza con Ole Haugen y justo comienza nuestra historia. La marcha nupcial de Ole fue preservada en la casa de Tingvold. Era cantada, tarareada y silbada con fruición, en la casa, en el establo, en el campo o en la montaña. La única hija del matrimonio, Astrid, era mecida al abrigo de la canción interpretada a modo de nana por la madre, Aslaug, el padre, Ole, y los sirvientes. Fue precisamente esto una de las primeras cosas que la niña aprendió. El brillo que irradiaba la música. Un verdadero talismán para la familia.
No fue fácil responder a las preguntas que la niña planteó acerca de ello a medida que crecía, añorando encontrar su propio amor. Hubo muchos pretendientes, pero a la edad de veintitrés años la joven aún seguía soltera. La razón se supo más tarde. En la casa vivía un joven a quien Aslaug había adoptado por compasión. Al parecer era una especie de vagabundo, tal vez un gitano. Aslaug se sentía inclinada a que formara parte de la familia, hasta que supo que Astrid y él se habían prometido. Se habían jurado fidelidad eterna en el más estricto secreto, en los distantes pastos de la montaña y juntos habían cantado la marcha nupcial, ella en la cima y él respondiendo desde la sima. "



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