Reloj de arena (A Emilio Lorenzo) "Un diálogo consigo mismo es lo que consigue el hombre al atardecer, contemplando el reloj de la arena que cae. Un monólogo, una susurrante confidencia, un murmullo apenas inteligible donde se desmorona el pasado continuamente, perezosamente deleznable, con lentitud cruel, con perversa demora. Cae la arena despacio por el diminuto agujero, el esplendor de la vasta mañana. La luz del sol, indolente, infinita, cae. Cae el amor, desolado, indirecto. La atroz verdad convertida en sí misma, la enormidad de una pequeña causa, por el conducto mínimo, inverosímilmente. El horizonte interminable, la playa desierta. Sobre mí que medito en la sombra va cayendo muy leve, pausada lluvia imperceptible: una lluvia lenta de polvo exquisito que con tacto y sutil cortesía pone extraño, enigmático el mundo. Polvo gris donde había otra cosa, tan pequeña, y aún la sigues pidiendo. Donde había una mano, una rosa. " epdlp.com |