El abanico "Ha cerrado tu mano el abanico y sonreír tu boca sólo sabe en dulce faz que el tiempo no ha borrado todavía. Desde tu ayer me miras y su niebla encubre días, noches, largos años. Más joven que yo eres, madre mía, y parece que buscas un refugio que yo quisiera darte sin dudarlo. Hija mía serías tú... Soy vieja -ya lo sabes-, mas tu cuna sería el corazón que no envejece nunca en su ternura: en él te mecería dulcemente. Y mecer tu sonrisa yo sabría. Tu abanico ha de abrirse al nuevo aire con ademán feliz y gesto suave: la gasa rasgaría de gris niebla. Trasvasadas sonrisas tuyas, mías, unirán el pasado y el presente. Han trasvasado amor de las dos almas: se abre el abanico lentamente... Y de nuevo a tu lado soy ya niña y tú madre otra vez, con tu abanico que abres y reabres sonriendo. " epdlp.com |