Campo de sangre (fragmento)Dulce María Cardoso
Campo de sangre (fragmento)

"Los pensamientos de los mortales son tímidos e inciertos como nuestras concepciones, porque el cuerpo corruptible es ominoso para el alma. Sab.9, 14-15 Cuatro mujeres en una misma habitación. Han de saber en primer lugar que están allí a causa de un hombre que cometió un crimen y que, si por casualidad, se encontrasen en la calle, no se saludarían.
Esperan. En silencio, sin saber qué hacer con sus manos ni a dónde mirar. Son incapaces de soltar sus manos, liberándolas del regazo y apoyándolas en el banco de madera, pero encuentran un lugar adecuado para ellas. Sus ojos, en cambio, se alejan en busca de soledad.
Cuatro mujeres obligadas a ver, por lo que sus ojos tratan de evadirse de los muros de contención a través de las gruesas paredes, tropezando en el áspero yeso, un poco sobrecargado de pintura, sobre el cual se percibe incluso un insecto aplastado. Los codiciosos ojos examinan cada detalle, espetando en la cornisa de la esquina una depresión más profunda. Los ojos se hastían, se cierran, se abren, como hojas de vida, y se advierte en ellos una mancha amarillenta en la parte inferior...
De hecho, ninguna de las cuatro mujeres desea estar en esta sala tan gélida. La propia voz parece fuera de lugar en aquella sala de incómoda luz. Las cuatro mujeres permanecen en silencio a pesar de la angustia que reina en el ambiente, descifran los ruidos que vienen del exterior, el silencio de la sala les permite escuchar el ruido de un coche que choca, el chirrido de las aves, las voces, el sonido seco de un portazo. Las cuatro mujeres sienten temor al no poder identificar a un niño que está llorando y se mantienen, como gatos en celo, vigilantes en aquellos incómodos bancos de madera. Continúan atentas, inclinada la cabeza hacia cualquier atisbo de sonido, huyendo de la habitación a través del entrenamiento de este juego, dejando que el tiempo transcurra. Escuchan la tos de un hombre. Sí, es claramente un hombre que tose. Sienten alivio. Sus manos, llenas de líneas que se pierden, paralelas y perpendiculares, como un cruce de caminos, enmarcan el corazón, la salud y el hilo de la vida. Las cuatro mujeres que esperan en la penumbra de la habitación, si por casualidad se encontraran en la calle, se saludarían. "



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