Mascaró, el cazador americano (fragmento)Haroldo Conti
Mascaró, el cazador americano (fragmento)

"Esta vez no hubo discursos. Farseto se despidió de todos, casa por casa. Se detuvo un momento frente a la ventana de la señorita Ana Rosa. El maestro Cernuda abrazó y besó al Príncipe en nombre de Tapado. La caravana arrancó del extremo del cementerio y desfiló a lo largo de la calle.
También ella paró delante de la casa de la señorita Ana Rosa Vasallo y Perinola fue y vino saltando hasta la ventana. El capitán von Beck marchaba con Budinetto a la rastra. Farseto, temblando de orgullo, golpeaba el bombo en lugar del Nuño. Frente al almacén de don Pedro Centurión comenzó a tocar la bandita de sicuris. Oreste abandonó la trompeta y sopló su flauta. El viejo Ponce rebatió la campana de la iglesia de Santa Margarita Mana de Alacoque. El pueblo entero acompañó la caravana hasta el pie del primer médano. El loco Garbarino y los chicos la siguieron otro poco.
El carromato trepa el médano bamboleándose como un barco. Cuando llega a lo alto se detiene y Farseto saluda con una mano por última vez.
Tapado se hunde detrás del médano. Sólo quedan en el aire los golpecitos de la campana. Por delante se extiende un mar de arena. El Nuño mete a Budinetto en la jaula y el carromato se interna en aquel mar quieto, fulgurante. Al rato lo borra el relumbre.
El sonido de la flauta persiste, se dilata con la luz. Se ajusta con el viento.
Las cosas comenzaron a cambiar después de Tapado. En realidad estuvieron cambiando todo el tiempo. Ése es el punto. "



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