Los cornudos del viejo arte moderno (fragmento)Salvador Dalí
Los cornudos del viejo arte moderno (fragmento)

"Como es sabido la inteligencia no hace sino conducirnos a las nieblas del escepticismo, y su virtud principal consiste en reducirnos a coeficientes de una incertidumbre gastronómica y supergelatinosa, proustiana y reblandecida. Por eso es conveniente y necesario que, de vez en cuando, españoles como Picasso y como yo vengamos a París para deslumbraros poniendo delante de vosotros ¡un trozo crudo y sangrante de VERDAD!..."
Con estas palabras comenzaba mi ya celebérrima conferencia en la Sorbona el 16 de diciembre de 1955, y así es exactamente como voy a empezar este libelo del que cada nueva línea se está ya convirtiendo en clásica, aunque sólo sea por los crujidos del papel sobre el que escribo.
El taconeo categórico de mi pluma acompasa como una pierna izquierda el zapateado más altanero, ¡el zapateado de las mandíbulas de mi cerebro!
¡Ole!
¡Ole! porque los críticos del muy viejo arte moderno -llegados de las Europas más o menos centrales, o sea, de ninguna parte— han metido en la olla del cassoulet cartesiano sus equívocos más deliciosamente rabelaisianos y sus errores de situación más truculentamente cornelianos de cocina especulativa. Los cornudos ideológicos menos magníficos —exceptuando a los cornudos estalinistas— son de dos clases:
Primo.: el viejo cornudo dadaísta de canosa cabellera, que recibe un diploma de honor o una medalla de oro por haber querido asesinar a la pintura.
Secundo.: el cornudo casi congénito, crítico ditirámbico del viejo arte moderno, que se autorreencornuda de entrada por la cornudez dadaísta. "



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