La ilusión (fragmento)Federico de Roberto
La ilusión (fragmento)

"Sentía repugnancia contra la injustica, pero en definitiva poco le importaba lo que pudieran decir de ella sus rivales. Anhelaba saber más de lo que pensaban los hombres. Sabía que Raimundo Almarosa la miraba con frecuencia: ya no era joven, pero resultaba mucho más atractivo que muchos de ellos. Alto, delgado, de cabello rubio, de mirada seria y triste a causa de la pérdida de su esposa e hija. ¿Qué veía en ella? ¿Una semejanza? ¿Deseaba revivir a los muertos? Se perdía en todas estas fantasías.
En el teatro, se dio cuenta de que Giuseppe Balsamo se detuvo y se quedó contemplándola, parecía ejercer un poder magnético en algunas personas. Trataba de hallar juicios razonables sobre estas cuitas en las novelas, para poder determinar sus propios pensamientos. ¡Iba conociendo la vida! Y la vida reflejada en los libros no se libraba de un cierto ajetreo. Sentía arranques de admiración y dolor perenne, simpatías, sonrisas y lágrimas. A veces, después de largas horas de lectura, sentía opresión física, náuseas y un profundo disgusto por la vulgaridad de la existencia a la que estaba sometida, sintiéndose diferente de la multitud que la rodeaba. Se negaba a probar bocado y acabó presa los nervios. Sentía devoción por los héroes de los libros, en especial por las heroínas: la solidaridad con su sexo la inducía a dicho apego femenino; al fin y al cabo, ¿no eran ellos los árbitros del destino humano? Y devoraba las largas descripciones, las páginas llenas de densa narrativa: se saltaba pasajes enteros para llegar a los coloquios de amor, las suaves y terribles escenas, las repentinas tragedias, que la sumían en un profundo aturdimiento, quedando enardecida su frente. "



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