El falso razonador (fragmento)Luciano de Samósata
El falso razonador (fragmento)

"¿Acaso no eres tú una persona así? No podrías negarlo, si yo conozco tu temeridad, que incluso creo que presumes que no se haya perdido la fama de tus acciones, sino que eres conocido y famoso ante todos. Y si te opusieras, y negaras que eres así, ¿quién te creería? ¿Tus paisanos? (porque es justo empezar por ahí). No, ellos conocen tus primeras andanzas, cómo te entregaste a aquel pervertido soldado y compartiste su depravación sirviéndole en todo, hasta que, según el dicho, después de convertirte en un trapo destrozado, te echó.
Y, naturalmente, recuerdan cómo actuaste con descaro juvenil en el teatro, haciendo papeles secundarios entre los danzantes y reclamabas el derecho de ser jefe de la compañía. Desde luego, nadie habría entrado antes que tú en el teatro, ni habría podido informar del nombre de la obra, pero tú te introducías pomposamente el primero, muy ataviado, con sandalias doradas e indumentaria de tirano, para pedir el favor de la audiencia, con coronas de vencedor y haciendo mutis entre aplausos, cuando eras objeto de su consideración. ¡Y ahora eres un orador público y un conferenciante! Y así, esta gente, cuando recibe alguna información parecida acerca de ti, creen que «ve dos soles», como en la tragedia, y que «hay dos ciudades de Tebas» y a todos se les ocurre al punto decir aquello de: «¿Éste es aquél, y después de aquello?» Es por eso por lo que tú mismo, y haces bien, ni vas allí en absoluto ni vives entre ellos, sino que te destierras voluntariamente de tu patria, que no es «ni mala en invierno ni terrible en verano», sino la más agradable y más grande de todas las ciudades de Fenicia. Porque el someterte a prueba y convivir con los que te conocen y recuerdan tus antiguas hazañas es para ti tan malo como una cuerda para colgarte. ¿Pero para qué divago tanto? ¿De qué podrías tú avergonzarte? ¿Qué te podría parecer la última de las desvergüenzas? Estoy informado también de que tienes grandes propiedades entre ellos, aquella miserable torrecilla, comparada con la cual el tonel del hombre de Sínope podría parecer la residencia de Zeus.
Precisamente por eso no podrías convencer de ninguna manera a tus conciudadanos para que no te consideren el mayor de los canallas y la vergüenza común de toda la ciudad. "



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