Dorian (fragmento)Nephi Anderson
Dorian (fragmento)

"Sobre las seis de la tarde, Mildred Brown bajó a través de los campos de bajos pastizales. Llevaba un delantal de algodón a cuadros que la cubría su figura desde el cuello hasta unas botas de altos talones. Llevaba una mano en el caballete y en el otro una caja de vivos colores. Cada día acudía a un punto concreto de este pastizal y se sentaba a la sombra del sauce negro para pintar una escena en particular. Realizaba con fruición su trabajo a la misma hora cada tarde, sirviéndose del contraste entre la luz y la sombra y reflejando el mismo tramo de la luz del sol en los húmedos y pantanosos espacios abiertos.
La escena era digna de una mano experta, aunque Mildred no lo era. Desde su posición a la sombra del sauce, podía contemplar los pantanos que se extendían libremente hacia el oeste. Cerca de allí, al borde de las firmes tierras de pastoreo, los juncos crecían salvajes, coronados de grandes y brillantes tallos marrones. A su izquierda, los racimos dibujaban una negra extensión sobre la hierba. Pequeños ramilletes de agua eran lentamente enardecidos por el sol, serpenteando alegres entre los juncos y en esa hora de tardes claras brillaban con el reflejo no ofuscado del ardiente astro. El aire estaba cargado de los olores salinos de las marismas. Una luz nebulosa se cernía sobre la distancia. Las ranas croaban perezosamente lastimando el oído. Algunas vacas se metían hasta las rodillas en el barro y el agua, respirando con dificultad, sin cesar de mover sus colas para espantar a las hacendosas moscas.
Dorian estaba en el campo cuando vio llegar como siempre a Mildred por el camino. Y en ese instante interrumpió su trabajo y tras ajustar el flujo del agua, se unió a ella y la ayudó gentilmente a desplegar el taburete y el caballete cerca del sauce negro. Luego caminaron juntos, el chico de la granja y la elegante y grácil joven. "



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