El Jesús de los estériles (fragmento)László Nagy
El Jesús de los estériles (fragmento)

"Silencio. Únicamente gimen en el fuego las trémulas espumas de la verde acacia. Y yo me hallo desnudo ante el taburete. El halo de calor ha despertado a mi pequeño gallo. Hace un rato me quedé parado en el centro del helado estanque, como si se tratara de un minúsculo tapete de encaje. Pequeñas piezas de mí mismo cuelgan en el tendedero, una camisa de mangas chorrea lágrimas. Me siento mal, preparado únicamente para ser quemado. El infierno es fuego también. Si tuviera que ser arrojado en él, ahora mismo estoy cerca de perecer en las llamas. Pero mi tío lleva la cadena de oro entre sus dientes, la agita hasta que suene y me anima a seguirle. Mi cadena, por pequeña que sea, suena fuertemente entre mis dientes. Cantamos como si fuéramos a atravesar los ventisqueros. Espero desnudo a que mi tía traiga algo que me quede bien, pero no. Me lleva al rincón de la chimenea, donde se encuentra la capa de piel de oveja negra y hace que me recline sobre una almohada. Creen que duermo, pero mis párpados contemplan el fuego que acaricia el árbol de Navidad y dos rostros felices. El crepúsculo diurno es tan fugaz como una pequeña brizna en la ventana o como una luz en la tormenta. Las botas son largas también, por no hablar de los brazos. Arroja una piedra a la parte superior de la torre de la Iglesia. Parece arañar el aire cuando siembra, las semillas se agolpan estridentes en torno a su poderoso puño. Sembraría el mundo entero, como si fuera suyo. Pero el problema es más grande que él mismo. Porque él se apresta a ello como el hombre que sufre tribulaciones en la Biblia. No importa que esté sentado en silencio, pues los espasmos sobrevienen. Él derrama flores sobre sí mismo: claveles, romeros y alhelíes. "


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